En psicología y psiquiatría infantil, la frustración se define como un estado emocional que surge como resultado de la falta de satisfacción de un propósito, una necesidad o un deseo y surge cada vez que se niega el placer.

A ninguno de nosotros nos gusta sentirnos frustrados y, a veces, tampoco queremos que los niños se sientan así. Un miedo frecuente es que los pequeños no puedan gestionar las emociones asociadas a una pequeña derrota o nuestro “no”. Por eso les dejamos ganar cuando jugamos con ellos o nos cuesta decir «ahora no» o «esperame un poco».

Ayudar a los niños a reconocer y gestionar todas las emociones desde la infancia, incluso las consideradas negativas, es fundamental para desarrollar las estrategias que les permitirán afrontar los retos de la vida adulta.

Te compartimos información importante desde la psicología y psiquiatría infantil.

¿Cómo ayudar a los niños a reconocer las emociones?

A los niños a menudo se les enseña a no expresar emociones desagradables. “no llores”, “no pasa nada”, “no te enojes” . Reprimir las emociones no las hace desaparecer, sino que se presentan de alguna otra forma, generando en ocasiones problemas como la desregulación emocional .

Desde la psicología y psiquiatría infantil nos dicen que los adultos podemos ayudar a los niños a reconocer sus emociones ayudándoles a verbalizarlas. Frases como “¿Estás triste?, y lo siento, yo también estoy triste por eso”  hacen que los niños se sientan comprendidos y apoyados y transmiten el mensaje de que todas las emociones están “permitidas”.

Aprende a manejar el aburrimiento

Ayudar a los niños a reconocer sus emociones significa ayudarlos a encontrar soluciones a los problemas. Un buen ejemplo es el aburrimiento. Muchas veces, organizamos mil y una actividades para evitar que se aburran.

Según la psicología y psiquiatría infantil, permitirles encontrar soluciones por sí mismos les permite entrenar la creatividad y la paciencia. Es importante no tomar su lugar en esta búsqueda y darles la oportunidad de cometer errores y volver a intentarlo y, así, adquirir herramientas para manejar la frustración.

Lo bueno de saber esperar

La dificultad para tolerar la frustración se ve en la incapacidad de algunos niños para respetar la espera. Vivimos en un mundo acelerado, donde podemos tener todo lo que deseamos en poco tiempo: esto ha contribuido, según la psicología y psiquiatría infantil, a que perdamos la capacidad de esperar.

Esperar nos ayuda a saber y aceptar que no se puede tener todo inmediatamente y que para lograr ciertos objetivos se requiere compromiso, nos hará persistir en el propósito por más tiempo. El niño que gana lo que quiere con paciencia y dedicación, fortalece su confianza en sí mismo y aumenta su autoestima .

Cuando enseñamos a los niños a esperar, les ayudamos a controlarse, reconocer las necesidades de los demás y respetarlas. La única forma de aprender a esperar es experimentando la espera. No tengas miedo de decir: “espera un ratito, ahora no se puede”. No olvidemos que los niños nos observan y aprenden de nosotros a moverse por el mundo. Será difícil que respeten los turnos de palabra si, cuando les hablamos, no esperamos a que terminen una frase para contestar.

Juegos para aprender a esperar

Desde la psicología y psiquiatría infantil nos enseñan una variedad de actividades para ayudar a los niños a desarrollar la capacidad de esperar.

Se recomiendan todos aquellos juegos que implican tener que esperar el turno, este tipo de juegos están muy presentes en la educación preescolar.

Los juegos de mesa son ejemplo de una actividad útil para mejorar los tiempos de espera de los niños, ofreciendo además la posibilidad de crear momentos de convivencia en familia. Los rompecabezas, que requieren tiempo y paciencia para llegar al resultado final, también son juegos recomendados.

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