Descubre cómo fortalecer el cerebro de tu hijo cada día

Enmente® Un jardín sereno con un fondo suave y cálido. En el primer plano, una mano suave sostiene una semilla mientras se observa un pequeño brote emergiendo de la tierra. Al fondo, una figura humana (desenfocada) se sienta en un banco, con la cabeza ligeramente inclinada en reflexión. En una pizarra al lado, se lee: "Cultiva tu mente". Integrado en la imagen, un mensaje que dice: "El 80% de nuestro cerebro puede cambiar". Estilo fotográfico realista y moderno, con una estética limpia y minimalista.

¿Sabías que el cerebro nunca deja de cambiar? Aun cuando creemos que “ya somos como somos”, lo cierto es que podemos aprender, adaptarnos y transformar nuestros pensamientos y habilidades a lo largo de toda la vida. Esta capacidad increíble del cerebro para moldearse y adaptarse se llama neuroplasticidad.

Para una madre cuidando a su hijo en proceso de rehabilitación, o para una familia acompañando a un ser querido con diagnóstico neurológico, este concepto puede representar una luz de esperanza. Y no es solo una posibilidad teórica: hoy sabemos que el cerebro puede recuperarse, reorganizarse y crecer, si se le ofrecen los estímulos adecuados.

En este artículo te invitamos a descubrir qué es la neuroplasticidad, cómo funciona y, lo más importante: cómo puedes potenciarla en el día a día. Si estás acompañando un proceso de desarrollo, de aprendizaje o de recuperación, esta información puede ayudarte a tomar decisiones más conscientes y empáticas.

¿Qué es la neuroplasticidad?

La neuroplasticidad es la manera en que el cerebro responde a los cambios. Es su capacidad para adaptarse, reorganizarse y reinventarse cuando aprende algo nuevo, se enfrenta a una situación desconocida o sufre una lesión.

Imagina al cerebro como un jardín. Cada pensamiento, experiencia o aprendizaje es como una semilla. Algunas flores ya están plantadas, pero otras pueden brotar si les damos lo necesario: repetición, estímulo, emoción. A través de este proceso, las conexiones entre neuronas se fortalecen o debilitan según el uso que les demos, y el jardín va mudando su forma.

Estas transformaciones pueden ocurrir de dos maneras complementarias:

– Mediante cambios estructurales: creando nuevas neuronas o modificando físicamente las conexiones sinápticas (lo que llamaríamos plasticidad estructural).
– A través de adaptaciones funcionales: cuando una parte del cerebro asume funciones que solían realizar otras áreas, por ejemplo, después de una lesión (a esto se le llama plasticidad funcional).

Entonces, cuando tu hijo aprende a escribir con la mano contraria tras una parálisis, o cuando un adulto mayor mejora su memoria con ejercicios mentales, está actuando la neuroplasticidad.

¿Cómo potenciar la neuroplasticidad?

Lo maravilloso de esta capacidad cerebral es que no solo responde a eventos extremos, como un accidente o una enfermedad. También podemos potenciarla de forma cotidiana, a través de hábitos, estímulos y acompañamientos adecuados. Aquí te compartimos algunos caminos posibles para activarla:

Aprender algo nuevo: el gimnasio del cerebro

El aprendizaje desafiante es uno de los mecanismos más potentes para mantener al cerebro activo. Ya sea que se trate de un niño intentando vestirse solo, un adolescente aprendiendo a tocar la guitarra, o una persona mayor descubriendo un nuevo idioma, cada pequeño esfuerzo pone en marcha cambios relevantes a nivel neuronal.

Esto no significa forzar ni sobreexigir. Se trata de elegir actividades que despierten curiosidad, impliquen atención sostenida y se practiquen con regularidad. La constancia es clave para que las conexiones se fortalezcan y se vuelvan más eficientes.

Puedes estimular la neuroplasticidad en casa con juegos de memoria, rompecabezas, manualidades, cuentos, lectura en voz alta o incluso actos tan simples como cambiar la ruta habitual al colegio o hacer tareas usando la mano no dominante. A veces, cambiar una pequeña rutina permite que el cerebro active nuevas redes.

Neuroestimulación: tecnología para alentar el cambio

En algunos casos, sobre todo cuando hay dificultades neurológicas específicas, podemos recurrir a técnicas terapéuticas que estimulan directamente la actividad cerebral. En Enmente®, por ejemplo, utilizamos herramientas como el neurofeedback, que permite observar en tiempo real cómo funciona el cerebro y ofrecerle retroalimentación para guiarlo hacia patrones más saludables.

También se emplean métodos de estimulación no invasiva como la estimulación magnética transcraneal (TMS) o la estimulación transcraneal por corriente directa (tDCS), que activan áreas concretas del cerebro para potenciar habilidades cognitivas, regular emociones o favorecer la reorganización cerebral tras un daño.

Estas técnicas no sustituyen el aprendizaje ni los vínculos, pero pueden ser grandes aliadas para que el cerebro responda más eficazmente a la intervención educativa, terapéutica o emocional en cada etapa del proceso.

Cuerpo activo, mente flexible

El cerebro no funciona solo desde lo mental —nuestros pensamientos y emociones están profundamente conectados con el cuerpo. Por eso, el movimiento físico cotidiano, el juego libre, la danza, el deporte e incluso los paseos al aire libre pueden despertar redes neuronales que influyen en la atención, la memoria, el lenguaje o la autorregulación emocional.

Está comprobado que el ejercicio físico regular favorece la neurogénesis (creación de nuevas neuronas) gracias a la liberación de factores neurotróficos, unas sustancias que actúan como fertilizante natural para el sistema nervioso.

Del mismo modo, una alimentación equilibrada, la calidad del sueño y la gestión del estrés son pilares fundamentales para un cerebro que quiere adaptarse, aprender y recuperarse. Cuando cuidamos estos aspectos, ofrecemos un terreno fértil para que la plasticidad haga su trabajo.

Un proceso que merece tiempo y acompañamiento

A veces, quienes cuidamos esperamos resultados rápidos: que nuestro hijo vuelva a hablar, que recupere un movimiento perdido, que aprenda como los demás. Pero el cerebro requiere tiempo, paciencia y acompañamiento genuino. La neuroplasticidad no ocurre de un día para otro, pero sí responde a cada pequeño gesto repetido con amor y sentido.

Por eso, si estás atravesando un proceso de rehabilitación o apoyo al desarrollo, no estás sola. En Enmente® te acompañamos para comprender las necesidades únicas de cada persona y elegir estrategias que potencien sus capacidades, respetando sus tiempos y motivaciones.

Conclusión: El poder está en lo que hacemos día a día

La neuroplasticidad nos recuerda que el cambio es siempre posible. Nuestra manera de mirar, cuidar y acompañar influye directamente sobre la capacidad del otro para conectar, adaptarse y avanzar, aun en circunstancias desafiantes.

Pequeños actos cotidianos pueden ser grandes intervenciones si los hacemos con intención. Leer juntas un cuento, compartir una caminata, jugar con sonidos, llevar el ritmo con las palmas… Cada una de estas acciones estimula caminos que fortalecen la conectividad y apertura del cerebro a nuevos aprendizajes.

No se trata de tener todas las respuestas, sino de confiar en el potencial de transformación que habita en cada persona. Con apoyo, conocimiento y amor, la plasticidad cerebral puede abrir ventanas que no sabíamos que estaban allí.

En Enmente®, estamos aquí para ayudarte a descubrirlas.

El cerebro cambia cuando la vida cambia. Y esa transformación también puede ser el comienzo de una nueva historia.

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