Descubre cómo fortalecer el cerebro de tu hijo cada día

Enmente® Un cerebro iluminado por conexiones neuronales brillantes sobre un fondo desenfocado de un entorno natural cálido. En el primer plano, una persona de espaldas, sentada en un banco de parque, mirando hacia el horizonte en actitud reflexiva. A su lado, un cartel que dice: "La neuroplasticidad transforma tu mente". En la esquina, un dato estadístico: "El ejercicio incrementa los factores neurotróficos". En la parte inferior, la frase: "Reinventa tu mente. Piensa en grande."

¿Qué pasaría si te dijera que el cerebro tiene la capacidad de reinventarse, incluso después de una lesión? Que no todo está perdido, que quienes han atravesado un accidente neurológico, quienes conviven con un diagnóstico o incluso quienes simplemente desean mejorar su calidad de vida, tienen en su interior una herramienta poderosa: la neuroplasticidad.

Este término, aunque puede sonar complejo, encierra una esperanza silenciosa, una posibilidad real de adaptación, cambio y recuperación. Como madres, padres, personas cuidadoras o pacientes, comprender cómo el cerebro puede aprender, reorganizarse y fortalecerse puede marcar una diferencia significativa en los procesos de rehabilitación, atención y crecimiento. Aquí te explicamos de forma sencilla qué es y cómo puedes empezar a activar este milagro biológico latente en todos nosotros.

¿Qué es la neuroplasticidad y por qué es tan importante?

La neuroplasticidad es la forma en que el cerebro responde al mundo: cambia, se reorganiza, crea nuevas conexiones entre sus neuronas y, en algunas ocasiones, genera incluso nuevas células nerviosas para adaptarse a lo que necesita. Es el arte invisible de volver a empezar, de aprender, de sanar… y lo hace a lo largo de toda la vida.

En términos simples, esto significa que cuando aprendemos algo nuevo, cuando nos enfrentamos a un desafío o cuando nos recuperamos de una lesión cerebral, nuestras redes neuronales se modifican. Algunas se fortalecen, otras se reemplazan o se redistribuyen. Ese proceso es lo que permite que, después de un accidente cerebrovascular, por ejemplo, una función perdida parcialmente como el habla, la movilidad o la memoria, pueda en cierta medida recuperarse. No porque la lesión haya desaparecido, sino porque el cerebro ha encontrado nuevos caminos para lograrlo.

Este fenómeno puede ser estructural, cuando cambia la arquitectura misma del cerebro (como si se remodelaran las paredes internas de un hogar), o funcional, cuando una zona asume la tarea de otra que ha quedado afectada. Lo maravilloso es que este trabajo ocurre todos los días, en cada rincón del sistema nervioso, silenciosa pero potentemente.

Cómo podemos ayudar al cerebro a encontrar nuevas rutas

El cambio es posible, pero no ocurre solo. Como cualquier planta que busca crecer, el cerebro necesita nutrientes, estímulos y cuidado. Aquí algunos caminos para ayudar a activar y potenciar la neuroplasticidad en la vida diaria o en un proceso de rehabilitación.

1. Desafiar al cerebro: aprender, jugar, crear

Una de las formas más efectivas de cultivar nuevas conexiones neuronales es a través de la estimulación cognitiva. Aprender un idioma nuevo, leer un libro que nos rete, practicar un instrumento musical o resolver juegos mentales no solo entretienen; están entrenando al cerebro al igual que ejercitamos los músculos en el gimnasio.

Para los niños y niñas, esto puede traducirse en juegos que estimulen pensamiento lógico y creatividad. En personas mayores, en actividades que impliquen recordar, planificar o tomar decisiones. No se trata de esperar un rendimiento perfecto, sino de fomentar el esfuerzo mental, el interés y el descubrimiento.

2. Neurotecnología al servicio de la mente

En algunas personas —especialmente quienes atraviesan condiciones clínicas o procesos de rehabilitación—, los avances en neurociencia actual nos ofrecen herramientas muy valiosas.

El neurofeedback, por ejemplo, es una técnica que permite visualizar en tiempo real la actividad cerebral y entrenar al cerebro para modificar ciertos patrones que pueden estar involucrados en trastornos como el TDAH, la ansiedad o la fatiga cognitiva. Es como si el cerebro pudiera verse a sí mismo en un espejo y encontrar la forma de autorregularse.

Otras técnicas, como la Estimulación Magnética Transcraneal (TMS) o las corrientes transcraneales (como tDCS y tACS), permiten activar áreas cerebrales específicas para favorecer la creación de nuevas rutas neuronales y mejorar habilidades cognitivas o motoras. Estas terapias tienen cada vez más evidencia clínica y son prometedoras en el tratamiento y la recuperación neurológica.

3. El cuerpo también entrena al cerebro

Aunque solemos separar mente y cuerpo, lo cierto es que están profundamente conectados. El ejercicio físico regular, aparte de mejorar el estado de ánimo y la salud general, también activa factores neurotróficos (una especie de fertilizante para las neuronas) que favorecen la sobrevivencia y crecimiento de nuevas conexiones cerebrales.

Salir a caminar, bailar, nadar o simplemente moverse con intención también es una forma de decirle al cerebro: “Estoy aquí, quiero seguir adelante”. Además, la constancia, el placer en la actividad y la atención plena en lo que se hace (por más simple que parezca) potencian aún más esa reorganización neurofuncional tan valiosa.

4. Más que repetir: hacerlo con sentido emocional

En situaciones de rehabilitación post-lesión o cuando se trabaja en la recuperación de funciones en niños, niñas y adultos, el componente emocional y la motivación hacen toda la diferencia. No se trata únicamente de repetir movimientos o ejercicios, sino de conectar con una intención profunda, con la alegría del pequeño logro, con el reconocimiento del esfuerzo.

El cerebro responde más intensamente cuando las tareas tienen un propósito, cuando están vinculadas a vínculos afectivos, a emociones positivas o incluso al deseo de superarse. Por eso, acompañar los tratamientos con amor, paciencia y validación no es solo una muestra de cariño: es también una estrategia terapéutica poderosa.

Pequeños pasos que marcan grandes caminos

Quizás no podamos elegir todas las circunstancias que nos toca vivir, pero sí podemos elegir cómo acompañarlas. Y si hay algo que nos enseña la neuroplasticidad es que, incluso en medio del caos, hay una posibilidad de transformación.

Acompañar a un ser querido en su proceso de crecimiento o recuperación neurológica puede ser desafiante y, a veces, agotador. Pero saber que el cerebro tiene esta capacidad adaptativa y regeneradora ofrece una luz de esperanza real. No es magia, ni milagro inmediato. Es un trabajo paciente, gradual, pero profundamente poderoso.

En Enmente®, orientamos procesos terapéuticos que trabajan activamente con este enfoque, adaptando cada intervención a las necesidades personales y ofreciendo herramientas para que cada paciente —junto a sus familias— descubra nuevas formas de avanzar, crecer y recuperar su potencial.

Porque siempre hay un camino. Y a veces, ese camino se empieza a construir dentro del propio cerebro.

Recordá esto: el cerebro está vivo, y mientras está vivo, puede cambiar. No estás solo ni sola en este proceso.

“Donde hay un desafío, puede haber también una nueva conexión. Y donde hay una conexión, hay una posibilidad de cambio.”

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