¿Por qué me siento así si se supone que debería ser el momento más feliz de mi vida?
Esta es una pregunta que escuchamos con frecuencia en el consultorio y que tal vez tú también te hayas hecho. La etapa perinatal —que incluye desde el deseo de ser madre o padre, pasando por el embarazo, hasta las semanas y meses después del nacimiento— es un viaje profundamente transformador. Pero también puede ser una experiencia retadora, emocionalmente intensa y en ocasiones dolorosa.
Hoy queremos hablarte sobre la Psicología Perinatal: una especialidad que ha cobrado cada vez más fuerza en los últimos años y que ofrece acompañamiento profesional para abrazar esta etapa sin juicios, con ciencia y desde la empatía.
Un camino que comienza antes del embarazo
Muchas veces pensamos en la maternidad y la paternidad como etapas que comienzan cuando nace el bebé. Pero la realidad es que la salud emocional perinatal empieza mucho antes: tal vez con la ilusión de concebir, con la búsqueda que se alarga más de lo esperado, o incluso con el tránsito por tratamientos de fertilidad.
La psicología perinatal acompaña desde ese primer latido interno del deseo, mucho antes del positivo en una prueba. Su labor no solo es intervenir cuando el malestar aparece, sino también prevenir, escuchar, orientar. También se enfoca en promover la conexión con uno mismo y facilitar el establecimiento de un vínculo seguro con el bebé que está por llegar —o que ya llegó—.
Durante el embarazo, el cuerpo y la mente atraviesan una revolución. Más allá de lo hormonal, surgen dudas, ambivalencias, temores que muchas veces no se expresan por miedo a no “estar bien”. Y una vez nace el bebé, nada vuelve a ser igual. El lenguaje cotidiano lo llama “la llegada de la felicidad” o “un nuevo comienzo”, pero para muchas personas también es una etapa de gran vulnerabilidad: los vínculos cambian, los roles se reconfiguran y el cansancio físico se mezcla con emociones abrumadoras.
Acompañar la complejidad emocional de ser madre o padre
Aunque cueste admitirlo públicamente, muchas familias atraviesan desafíos emocionales intensos durante esta etapa. Hablamos de una tristeza que no desaparece, de una ansiedad constante por la salud del bebé o por ser una “buena madre”; hablamos también de duelos silenciados, partos traumáticos, lactancias que no fueron como se soñaron.
La psicología perinatal presta atención a estas realidades, sin minimizar ni romantizar la experiencia. Se especializa en identificar señales tempranas de alertas emocionales que a veces se disfrazan de agotamiento, mal carácter o desconexión. Entre los trastornos más comunes que trata se encuentran la depresión posparto, la ansiedad perinatal y el duelo gestacional o neonatal.
A través de intervenciones enfocadas en la persona y su historia única, se utilizan herramientas como la terapia cognitivo-conductual, estrategias de regulación emocional, ejercicios de mindfulness y espacios grupales o familiares que facilitan la expresión y el acompañamiento entre pares.
No es una cuestión de debilidad, sino de cuidado
Tristeza, culpa, frustración, miedo. Sentimientos que muchas madres ocultan por miedo a que se interpreten como “exageraciones” o falta de amor. Pero sentirnos desbordadas no significa amar menos. Al contrario: reconocer que algo no está bien emocionalmente es un acto de valentía que protege no solo a la madre o al padre, sino también al bebé.
Los expertos coinciden: el bienestar de quien cuida es esencial para el desarrollo saludable del recién nacido. Por eso, la psicología perinatal no solo se centra en la madre, sino también en las parejas, en la red familiar, en quienes están al lado en el día a día. Un entorno contenido emocionalmente tiene más herramientas para lidiar con el llanto, el insomnio, las decisiones sobre la crianza o el regreso al trabajo.
La prevención emocional comienza incluso antes del embarazo. Por eso se priorizan estrategias como la educación prenatal, la psicoeducación sobre emociones esperables (y aquellas que requieren atención), y, cada vez con más fuerza, los grupos de crianza. Estos espacios se convierten en verdaderos refugios: oír a otra persona decir “yo también me siento así” o “yo también deseé que alguien me ayudara a sostenerlo” alivia, conecta, humaniza.
Una invitación a cuidarnos, sin culpa ni soledad
Permitirte acceder a un acompañamiento profesional durante esta etapa no es un lujo. Es un derecho. La salud mental perinatal no es un detalle menor ni un “después veo”. Es un pilar que influye directamente en cómo vivimos la experiencia de criar y ser criados.
Y no se trata solo de evitar trastornos. También se trata de ayudarte a disfrutar más lúcida y plenamente una etapa que, por hermosa que sea, también puede ser abrumadora. De brindarte las herramientas para sostenerte a ti misma, para permitirse momentos de pausa, para resignificar cómo imaginaste esta etapa… y cómo realmente está siendo para ti.
En Enmente®, comprendemos que cada recorrido es único. Y por eso te ofrecemos un acompañamiento profesional, empático y especializado que te ayude a atravesar —y no solo a esperar que pase— este momento vital. Si sientes que algo no está bien, si estás viviendo un duelo, si el miedo o la angustia te paralizan o si simplemente necesitas hablar con alguien que entienda, contáctanos. No estás sola, no estás solo.
También mereces cuidarte mientras cuidas.
Porque maternar, parir o criar no deberían ser procesos vividos en aislamiento emocional, sino en comunidad, con información, y con apoyo.
Quizá hayas escuchado la frase: “se necesita una tribu para criar a un niño”. Y lo extendemos: se necesita una red para cuidar a quien cuida.
La salud mental también se gesta desde ahí.
Confía: pedir ayuda también es parte del amor.