Cómo sanar heridas invisibles: guía para fortalecer a tu adolescente

Enmente® Una adolescente sentada en un sillón cómodo, con una expresión de reflexión y esperanza en su rostro, mientras mira por una ventana con luz suave que entra desde el exterior. A su lado, un adulto (puede ser un padre o terapeuta) la acompaña en un respaldo afectuoso, transmitiendo apoyo y confianza. El fondo presenta un degradado suave y cálido, sugiriendo un ambiente seguro y acogedor. En la parte inferior de la imagen, con buen contraste, el título: "Cómo sanar heridas invisibles: guía para fortalecer a tu adolescente".

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¿Te has preguntado alguna vez por qué hay heridas que no se ven, pero duelen profundamente? ¿O por qué ciertas situaciones provocan reacciones intensas que parecen no tener explicación? El trauma emocional o psicológico es una realidad que puede tocar la vida de cualquier persona, incluso la de quienes más amamos. Comprenderlo es el primer paso para sanar, acompañar y recuperar la confianza en que la vida puede volver a sentirse segura.

Hoy queremos invitarte a reflexionar sobre el impacto real del trauma y cómo, con apoyo y cuidado, es posible comenzar un camino hacia el bienestar emocional.

¿Qué es el trauma emocional o psicológico?

Imagina que tu mente y tu corazón funcionan como una casa acogedora. Cuando ocurre algo profundamente perturbador —un accidente, una pérdida inesperada, una amenaza a nuestra seguridad o un episodio de violencia— esa casa puede sufrir daños: ventanas rotas, paredes agrietadas, alarmas que no dejan de sonar. El trauma emocional es esa reacción natural ante un evento que supera nuestra capacidad de afrontarlo en ese momento.

Según la Asociación Americana de Psicología (APA), el trauma no es solo lo que nos ocurrió, sino también cómo nuestra mente y nuestro cuerpo respondieron para protegernos. Muchas veces, esa respuesta incluye bloquear recuerdos, reaccionar con intensa tristeza o miedo ante situaciones similares, o sentir que el mundo dejó de ser un lugar seguro.

El trauma no discrimina edad, género ni condición. Afecta a niños, adolescentes y adultos, y su impacto puede ser inmediato o aparecer incluso mucho tiempo después del evento vivido.

Tipos de trauma: diferentes caminos, un dolor común

No todos los traumas son iguales, ni todas las personas reaccionan de la misma manera. Podemos hablar de varios tipos que, aunque diferentes, tienen en común la ruptura del sentido de seguridad:

– **Trauma agudo**: ocurre tras un solo evento impactante, como un accidente, una cirugía inesperada o la noticia de una enfermedad grave.

– **Trauma crónico**: cuando el dolor viene de la exposición repetida a situaciones difíciles, como el bullying, el abuso emocional o vivir en un entorno violento.

– **Trauma complejo**: asociado a experiencias múltiples y prolongadas en el tiempo, como situaciones de abandono o abuso durante la infancia.

Cada persona puede manifestarlo de maneras distintas: miedo intenso, tristeza prolongada, pesadillas, dificultad para concentrarse, cambios en el sueño o síntomas físicos como dolores de cabeza o estómago. A veces el trauma se disfraza de enojo constante o de un cansancio profundo, como si el alma misma necesitara descansar.

¿Por qué es importante reconocerlo?

Muchas veces, en nuestro deseo de seguir adelante o de proteger a nuestros seres queridos, tendemos a minimizar el dolor emocional. Frases como “ya deberías haberlo superado” o “otros lo han pasado peor” pueden, sin querer, invalidar lo que la persona está viviendo.

Reconocer que algo nos sobrepasó no es un signo de debilidad, sino de humanidad. Es permitirnos entender que la herida necesita cuidados para no infectarse, para sanar correctamente. Ignorar el trauma puede derivar en problemas de ansiedad, depresión, aislamiento social, dificultades escolares en los niños o alteraciones en las relaciones familiares.

Buscar ayuda no es rendirse: es actuar con valentía, es decir, con miedo y todo, pedir apoyo para volver a construir esa casa interior que alguna vez se resquebrajó.

El camino hacia la sanación: ¿cómo comenzar?

Cada proceso de sanación es único, porque cada historia también lo es. Sin embargo, sabemos que ciertas herramientas pueden marcar la diferencia:

– **Espacios seguros**: El primer paso es ofrecer un entorno en el que la persona se sienta escuchada y validada, sin presiones ni juicios.

– **Terapias especializadas**: Existen terapias efectivas, como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de exposición, que ayudan a enfrentar recuerdos difíciles de manera segura y controlada, reconstruyendo la confianza y la autoestima.

– **Cuidado del cuerpo y la mente**: El trauma impacta también el cuerpo. Actividades como el ejercicio suave, la meditación o técnicas de respiración pueden disminuir la ansiedad y reconectar con una sensación de calma.

– **Apoyo continuo**: La sanación no suele ser lineal. Habrá avances y retrocesos. Por eso, contar con acompañamiento profesional y una red de apoyo compasiva es fundamental.

Recuerda: sanar no significa olvidar, sino aprender a vivir sin que el dolor nos arrastre cada día.

Querida mamá, papá, cuidador: si tú o tu ser querido están atravesando el impacto de un trauma, queremos decirte que no están solos. Reconocer el dolor es el primer acto de amor propio, y acompañarlo con paciencia y esperanza es el mayor regalo que podemos ofrecer a quienes amamos.

Como dice una hermosa frase, “no hay herida que, con tiempo, amor y cuidado, no pueda comenzar a sanar.”

Si sientes que es momento de dar el siguiente paso, en Enmente® estamos aquí para acompañarte. Puedes consultar con el Dr. Raúl Riquelme Peña, profesional especializado en el abordaje del trauma emocional, visitando https://enmente.clinic/raul-riquelme-pena/. Juntos podemos construir un camino de sanación.

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